jueves, diciembre 28, 2006

Algo de allá

Apenas llegar se siente el inevitable contraste, prácticamente se ve, se registra con todos los sentidos), entre el lugar en el que estaba hace un rato y este, el lugar de siempre. En cada viaje noto cosas distintas, a cada vuelta un descubrimiento se hace mas claro. Por ejemplo: que desde allá mirar acá es mucho más esperanzador e incontaminado.
Mas allá de que uno sabe que una parte de uno evita por todos los medios pensar en volver porque ya lo ha experimentado, ya en este lugar todo adquiere una dimensión diferente. Y no solo es por la ciudad y por el calor. Una gran porción se la llevan otras cosas. La mirada o bien la presencia de otros que siento que me aplastan. Sí: me siento exprimida, pero es maravilloso poder decirlo. No solo porque soy una más, sino porque (peor) no soy quien quiero llegar a ser.
Pero, aunque por ahora no parezca, creo que esta vez es diferente. Alguna estrategia estará formándose en algún rincón oscuro de mi cerebro. El entrenamiento este último tiempo lo tuve, sin lugar a dudas.
Allá, en cambio, siento esa sensación de liberación por el aire, por la naturaleza plena, por la energía y tantas otras cosas. Pero de todas maneras reluce lo irresuelto: se le saca brillo a lo que está, así como está, y se intenta sanarlo inundándolo con la maravilla que lo rodea, lo cual muchas veces resulta o funciona, pero también remarca todo lo demás que también existe.
El mérito funcional es que uno no se preocupa demasiado por nada (al menos me pasa eso). Pero a suceder este, hace que uno SÏ se preocupe, pero profundamente, no desde un lugar convencional/falso u inconsciente.
Escribí un par de cosas (nada fuera de lo común, ni muchas ni pocas) influenciada por esos estados de ánimo que en ese lugar son mucho más sutiles por la dulzura del aire que todo lo impregna y los pajarillos que condimentan como salsa de chocolate a un helado de frambuesas. Para la visión, creo, el mayor de los regalos: un hermoso bosque morfado a mordiscones por pupilas embelezadas y satisfechas.
Claro, ahora el corazón también quiere que lo mimen (más que nunca) y el cuerpo también. Fantasías con algún lugareño desconocido. Uno los piensa y ahí (quizás lo juraría) en algún momento, en algún lugar aparecen.
De alguna manera se materializa el deseo y es mucho más apetecible que en cualquier otro lugar: querer el suceso.
Decía de las cosas que escribí, que las más interesantes fueron luego de leér algunos capítulos breves de un libro que me regaló mi hermano para Navidad (quizás mejor prefiero no decir el autor por nada en particular): uno de los mejores regalos que tuve en estos tiempos y más considerando que es el 1er regalo que me hace mi hermano en la vida, lo cual es buenísimo y me alegra.
Anoto en mi cuaderno, imbuída en esa dulce atmósfera del lugar del que hablé y, creo, luego de un leve roce algo sobre los escondites, las estrategias y la inmaduréz emocional. Sobre la necesidad de gritar y demostrar virilidades de ariana perra.
Terminaba con esta frase: ¨las funciones del vivir y las del amar se interrelacionan entre ellas¨.