domingo, agosto 20, 2006

tentativas about loneliness

Estuve toda la semana pasada dándole vueltas a este tema y la fucking revista Viva tiene que sacar una nota de tapa (justo ahora) basada en todo esto que pensé. Me siento pionera en el pensamiento, me sucede inconscientemente.
La terrorífica ausencia de hombres. La sobrecarga de homosexuales. La nerviosa incertidumbre en soledad de los veintipico. Mientras pienso esto, tiemblo. Porque tengo frío, porque estoy sola y porque todo esto me angustia. Y mucho.
Hace no tanto tiempo (creo que lo sigo haciendo, pero disimuladamente, tratando de no pensar mucho en lo que me pasa) apenas cruzarme con parejas por la calle era motivo de quiebre interno, muy visible en el llanto próximo a salir, tratando de reprimirlo mirando para abajo. Las baldosas, uno dos, uno dos. Hacia delante, y a caminar rápido. A escaparse un poco más. A correr.
Ahora, por ejemplo, estoy congestionada el llanto es mas fácil y se produce una mezcla de la angustia con la congestión manifestado en que mi cuerpo tiembla involuntariamente.
Algunos solemos decir que somos almas viejas en cuerpos jóvenes, que nuestra alma tiene una experiencia previa que cuesta especificar de donde. Yo retruco diciendo que hay fotos mías de chica donde estaba mas ojerosa que ahora. Y era raro. Ahora por lo general me dan menos edad, me reconozco mas allá de estar (y esto es muy misterioso porque no tiene fundamentos claros) algunos días mejor y otros peor. Como todos, creo. Algunas más que otras.
Estuvimos hablando con una amiga hace poco, esto de lo que una percibe tan solo por la mirada la sexualidad del otro, y tantas, tantas otras cosas vicisitudes sobre la masculinidad, la femineidad, las situaciones potables y las que no.
Entonces hago historia, como de vez en cuando. Apenas cumplí los 21, mi pseudonovio de entonces cruzó el atlántico hacia alguna región de la zona ibérica, situación que da lugar a una etapa de pura melancolía cobijante, una especie de placebo (había varias cosas nuevas que pasaban, unas sucedían a las otras y se iban tapando entre ellas: de ahí el efecto placebo). Yo me estaba dado cuenta de que me gustaba eso de recordarlo lejos, de que el amor a la distancia le iba bien al tono azul de muchacha ojos de papel cigüeña. No es para tanto, solo que ahora me pienso antes y me abrazo (quien entonces?), me entiendo y me da ganas de patearme para adelante, aunque al revivir ese sentimiento no estoy tan diferente. Siempre vulnera querer que a uno lo quieran.
Entonces vuelvo: estoy de recordar a otros. Hace poco escribí un texto que partía también de los 21, pero se centraba en un acontecimiento paralelo pero no tan alejado: mi búsqueda definitiva de una experiencia comunitaria, el retiro espiritual a traslasierra, el querer irme como sea a vivir a una comunidad o a un lugar donde uno se sienta parte de algo mayor, donde despertarse, vivir, trabajar, soñar, amar, o simplemente estar con alegría. Colores, eso buscaba. No mi ego, algo más lo buscaba, mi alma, mi corazón, etc. Ahora, esa experiencia podría ser un link dentro de esta historia, pero prefiero no divergir tanto.
Desde la ausencia de N. se sucedieron cierta cantidad de relaciones inconclusas. Ni muchas ni tan pocas, algunas. A estas puedo sumar algunas otras que quedaron en la posibilidad de suceder, lo cual no es exactamente histeriqueo sino otro tipo de cosa mas sutil, como un poema cortado a la mitad que termina en puntos suspensivos.
La realidad es que la mayoría de mis experiencias sentimentales fueron inconclusas, y a medida que pasó el tiempo me di cuenta de que no estaba bueno esto de la espera idílica, del romance eterno, de la sensación de desdoblamiento del amado lejano en otros cercanos que siempre tenían algo que se parecía a el, que estaba tan lejos, entonces era como si ellos fueran el, y así me enamoraba otra vez. Pero siempre del mismo. Que, claro, seguía viviendo en otro país.
Entonces empezó a cambiar, me empezé a aburrir de la monotonía interna de la idealización y ahí vamos a ver que hay de nuevo. Y hubo de nuevo, pero porque el foco había cambiado, la expectativa se iba haciendo cada vez más pobre más frágil. A veces costó, a veces estuve por estar. A veces no fue tan casual y dolía mas, otras no tanto, otras simplemente no importaba, pero cada vez necesitaba mas estar sola para recomponerme y cerciorarme de que no estaba tan mal lo que hacía, de que seguía buscando y ese seguía siento el fin último. Y así era. Siempre necesité de cosas sanas para darme cuenta de que eso es lo que prefiero, de que todavía busco y no está mal lo otro, tampoco.
Y entonces ya 23, y otros fines, y otros cambios y mas experiencia pero a mas novedad más fragilidad. Y la misma u otra gente (ya casi no recuerdo) pero otros fines, una cierta estabilidad momentánea.
Aparecen dos mujeres fundamentales para mi vida actual. ¨Quiero ser ella¨: Identificación, traslación, contención. Yuxtaposición de imágenes internas sobre qué significa ser mujer.
Cual soy? Cual quiero llegar a ser?. Conflictos con mi madre. Otros con mi padre. Sensación de agotamiento. Mucho tiempo sin terapia por creer que puedo sola en uno de los momentos mas difíciles. En el medio y como entrometida, mucha dulzura momentánea. Frases para el recuerdo.
Hasta que…….tuc! justo ese? no podía ser otro? Mejor no explicar más, pero bueno. Sensación literal de volver a ser niña y después, otra vez, adolescencia distinta. Sentí que había florecido diferente, ni mejor ni peor que antes. Inevitable sensación de renacer un poco y después, nebulosa. Otra vez, chau.

El Jueves fui a ver Solos, unos monólogos excelentes de alumnos de A. Catalán. Muy recomendable, casi como teatralogía obligatoria para ahondar en este tema.
Algunas frases, claro, produjeron la inevitable identificación con los personaje. Todos desesperados y solos, claro.
Después de los monólogos y charla con conocida, el tema fue inevitable. Todo recae en esa línea que bordea la incertidumbre. El amor, la soledad, el desentendimiento. Si, somos jóvenes, pero…y eso qué garantiza?
La caricia de la expectativa, quizás.
Tuve un momento de iluminación después de una risa fuerte de esas que solo tengo con gente que me entiende. De todos modos, pensé, la noche nos quiere predilectas.